w.c constrangido

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sexta-feira

Silbar con los dedos


Lo que a nosotros nos hacía falta
era una salva de palmas al final de cada sueño...
y silbar con los dedos
silbar con los dedos como hacían antiguamente los locos
desde la ventanilla de los vagones.
Pero ahora los vagones sólo abren las ventanillas a la mitad
con miedo de que entre todo el paisaje
tren adentro
y accione de repente la palanca de emergencia...
y los locos...
los locos prefieren quedarse en tierra
imaginando objetivamente otros locos aún más locos
meando a los lados de los vagones
y riéndose de la dimensión de la tierra

y gritando:         Cucurrucucú, pajaritos al nido! 

Pobres locos...

Lo que necesitábamos era irnos a vivir a un viernes
conseguir por allí un empleo, un amor y una enfermedad crónica
y dejar la plenitud crecer,
dejar la plenitud crecer como las palabras revolucionarias
crecen en las puertas de los supermercados
como las plazas crecen de gente
como la humanidad va creciendo entre los pájaros
y la feliciddad va creciendo en los bancos de jardín y en los viejos...

en los viejos

En los anuncios de periódico dicen que se precisa Experiencia...
¿y cuando la muerte llame a la puerta de la vida?
Cuando la muerte llame a la puerta de la vida
y seamos los únicos en casa para atender
y la muerte toque...
toque varias veces

¡no abro la puerta a desconocidos!

Y la muerte diga:

vengo sólo para reparar el techo de la sala 
y llevarme toda la inocencia... 
sin cobrar nada.

Los viejos saben...
los viejos saben que necesitábamos una medalla al pecho por estar aún vivos
y un buen sitio para llorar
Sí que necesitábamos un buen sitio para llorar
un sitio con mucha gente
amplio, colorido y humano
como un centro comercial un sábado a la noche
para llorar todos juntos...
                                         ¡todos juntos!

Y que con más cabeza...los viejos saben que con más cabeza
instalábamos una Caja Negra en nuestro interior
para más tarde saber que por aquí
siempre tuvimos un buen ritmo cardíaco
que no le debemos nada a nadie,
que fuimos puntuales y frágiles
jóvenes y viejos, egoístas y obedientes
instintivos y previsibles...
capaces de aniquilar nuestro otro Yo de vergüenza
cállate, hombre, y duerme...
y que nos adormecemos
que nos adormecemos en un sueño demasiado fácil

demasiado fácil

Digámoslo de una vez por todas:
lo que nosotros necesitábamos
era llenar la maleta de la infancia con el cordón umbilical
las zapatillas
el secador de pelo
y el billete de lotería
mirar de noche una última vez por el espejo
                                                              [e inmigrar...
sí, inmigrar lo más lejos posible hacia adentro de nosotros
desamparados e inexpertos
en busca de un nuevo mundo
un indescifrable idioma del tiempo
una vieja estrella que no existió nunca

y una Madre
una Madre que nos hiciese la cama vacía
de memoria

               Sí, era eso lo que necesitábamos
               emigrar
               emigar lo más lejos posible
               hacia adentro de nosotros

Así cuando ya lo supiésemos todo
y tuviésemos la certeza de dónde estábamos realmente,               
                                                                  [vacíos y perdidos... 
buscaríamos el último paraje en el mapa de nuestro interior,
buscaríamos el final de tarde más imperfecto
y al llegar al horizonte incierto de las cosas
absolutos e incompletos, que acabase nuestro día

              un coche de tres puertas 
              un perro llamado Bernardo 
              la factura de la luz 
              y un enemigo... 
                                        [un enemigo

un fiel enemigo para ver pasar los coches...
y matarnos...
matarnos de envidia y amistad
las largas tardes de domingo

Sí, era eso lo que necesitábamos...
una salva de palmas al final de cada sueño


Tiago Alves Costa

Tradução: Estíbaliz Espinoza